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La ética de un acceso responsable a la innovación

31/05/2016 Blog

La ética de un acceso responsable a la innovación

La estética de la ética

Si bien siempre se debate sobre las cuestiones éticas en política, economía y en la sociedad en general, hay casos que se han grabado en el inconsciente colectivo. Nombrar a Enron, Siemens o Volkswagen son casos paradigmáticos de lo que, como ciudadanos, no nos gusta leer en los periódicos, centrando el tema en el mundo de la economía internacional. Las prácticas poco éticas son penalizadas, por lo general y en muchos casos han llevado a la extinción de una o varias empresas.

Según Wikipedia ética es: "La ética es la rama de la filosofía que estudia la bondad o la maldad de los comportamientos. Tiene como centro de atención las acciones humanas y aquellos aspectos de las mismas que se relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad y la vida realizada."

Pero la ética no es sólo cuestión de estética. Prácticas poco éticas pueden poner el riesgo nuestra salud y seguridad en aras de un beneficio ilegítimo perseguido por un tercero.

La industria

Siendo consciente de que trabajar en un área tan sensible como la salud, los ciudadanos no entenderían que desde este ámbito se realizarán prácticas que pudieran considerarse poco éticas. En esta línea Farmaindustria lleva tiempo impulsando un código autorregulador que evite cualquier comportamiento que pudiera ser considerado poco ético.

En esta línea se enmarca la iniciativa por el cual las compañías estarán obligadas -a partir de 2016- a publicar anualmente las transferencias de valor que realicen a profesionales y organizaciones sanitarias por actividades de investigación y desarrollo, formativas o reuniones científico-profesionales, así como por donaciones y por prestación de servicios.

Otros actores

Volviendo al tema de la estética de la ética me surgen algunas reflexiones, en busca de un legítimo beneficio de ahorro para el sistema:

¿Podemos considerar ético cambiar tratamientos masivamente sin el consentimiento del paciente ni del profesional que lo prescribió?

¿Debemos permitir que se nos administren medicamentos "parecidos" de los que no tenemos evidencia de su seguridad o eficacia?

¿Es correcto administrar dosis inferiores a las que demuestran eficacia y seguridad sin informar de ello?

¿Es una buena práctica poner trabas "administrativas" a una tecnología sanitaria aprobada y disponible en la Cartera Nacional de Prestaciones por cuestiones presupuestarias?

 
 
Jesús Herrera
Alumno Máster ARAS Madrid
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