Trabajo en Industria Farmacéutica Innovadora. Mil disculpas
Desde hace ya algunos años este sector se complica más y más cada día, cada vez hay más barreras que superar, los decisores cambian y la complejidad del sistema deja atrás a quienes no evolucionan para mimetizarse con el entorno, a quienes no ponen en práctica su capacidad de resiliencia para superarse y darse de la mano de quien paga o de quien decide. Complicado panorama. Pero nadie dijo que fuera fácil.
No es de este tema de lo que quisiera hablar. Hoy lo que me ocupa y preocupa es la imagen que se proyecta en la sociedad de nuestro sector y de nosotros mismos, como empleados de la Industria Farmacéutica Innovadora (sí, en concreto esta). Desde hace algún tiempo parece que trabajar en una Compañía que desarrolla medicamentos que, no sólo mejoran la calidad de vida de los pacientes y reducen el estigma de sus enfermedades, sino que también salvan vidas, no puede decirse en voz alta y con orgullo. Al menos esa sensación me llevo yo de mis charlas con amigos que trabajan en otros sectores que “venden ilusión” o “cubren necesidades esenciales de la población” (trabajan en automoción y en construcción, por ejemplo). Es curioso que no entiendan por qué un fármaco que tarda en muchos casos más de doce años desde su descubrimiento en lanzarse al mercado o que incluso se aprueba de forma acelerada por cubrir un hueco terapéutico esencial, tenga “esos precios tan salvajemente elevados, es-una-vergüenza, como-puedes-sentirte-orgullosa-de-esto-Arantxa?” y no puedas explicarte para rebatir estos comentarios porque la proporción 1 a 10 no te da muchas oportunidades de aclararlo, por muchas dotes comunicativas creas que tienes.
La solución no es fácil, pero debemos trabajar como individuos y colectivo en mejorar nuestra imagen.
¿Hablamos con nuestro círculo cercano de amistades y familia de qué beneficios para la Sociedad tienes los fármacos que desarrollan las Compañías en las que trabajamos? ¿Hablamos de lo que cuesta desarrollar cada fármaco que se descubre? ¿Les explicamos los programas de RSC que se ponen en marcha o de otros programas de ayudas en países en vías de desarrollo que se organizan? ¿Les llegamos a comentar las responsabilidades y obligaciones de la Industria Farmacéutica en nuestro país y de su aportación al PIB o el impacto de la I+D?
Y lo más importante, ¿conocemos todos los detalles nosotros? ¿Estamos preparados para unirnos como colectivo e informar a la Sociedad de todo ello?
Hoy por hoy, aunque se están dando pasitos, queda mucho por hacer. Y desgraciadamente pagamos como en un eterno retorno los errores del pasado, siendo el inicio de muchas de conversaciones el mismo, el que nos toca repetir habitualmente: “trabajo en Industria Farmacéutica Innovadora. Mil disculpas”.
Aranzazu Roig.
Alumna Máster ARAS II Barcelona
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